domingo, 26 de marzo de 2017

POLANYI Y EL ORIGEN DEL FASCISMO.

Mantiene Polanyi en la “Gran Transformación”, su crítica al modelo del liberalismo económico, que el origen de los regímenes fascistas de la década de los años 20 y 30 del siglo XX no fue debido tanto al miedo al bolcheviquismo, la dictadura del proletariado o al comunismos sino al peligro que suponía la clase obrera de que en situaciones críticas no estaban dispuestas a respetar las normas del mercado y su sistema económico, el libre comercio.
El medio al bolcheviquismo había sido conjurado antes del ascenso del fascismo tanto en Italia como en Alemania. Es cierto que en 1921 en el Italia fueron ocupadas fábricas por obreros armados, pero cuando dos años más tarde Mussolini marchó sobre la capital Roma, el peligro de las fábricas ocupadas había sido eliminado. Algo similar había ocurrido en Alemania, las tasas de desempleo habían desaparecido antes de que Hitler fuese nombrado Canciller. Es por ello que Polanyi mantiene que si en política también son aplicables la ley de causa efecto, contradicen la idea de mantenida tanto por Mussolini como Hitler de que acabaron con el peligro del bolcheviquismo en sus respectivos países.
Por el contrario la clase obrera tras la Gran Guerra era la única fuerza para oponerse con consecuencias devastadoras a la economía de mercado, produciendo una desmovilización, reducción de las inversiones, minando el crédito y el comercio exterior y evitando la reproducción del Capital.
La clase obrera y la campesina optaron por la intervención en la economía librecambista, los primeros mediante una intervención con leyes sobre legislación social, trabajo y sobre las condiciones en las fábricas; los segundos en cambio, su intervencionismo fue mediante el establecimiento de un régimen arancelario que los protegiese aunque la restricción de las importaciones de grano conllevase el aumento de los precios de los cereales y hambre en las ciudades. Pero la gran diferencia es que mientras las clases obreras atacaron el sistema de libre mercado, los segundos, las clases campesinas, lo defendieron y fueron utilizados para mantener “el orden y la ley” y se les concedió por el tiempo mínimo necesario el suficiente poder para acabar con los únicos capaces de ser una amenaza fatal del régimen económico del libre mercado. Conjurado el peligro del bolcheviquismo los campesinos fueron relegados a su papel testimonial dentro de la economía industrial.